Un Espacio Alquímico de Búsqueda del
Autoconocimiento por Medio del Altruismo
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
En un grupo esotérico, cada uno se ve reflejado en
todos los demás, con varios grados de realismo y distorsión
 
 
 
La acción teosófica ocurre en dos frentes simultáneos y opuestos. Lo individual y lo colectivo son factores distintos pero están en diálogo permanente. El movimiento externo es eficaz cuando expresa una acción interna y fundamental que apunta en la misma dirección. Por este motivo, aquellos que desean beneficiar a la humanidad deben mejorarse constantemente a sí mismos.
 
Para alcanzar la meta de mejorarse a sí mismo y beneficiar a los muchos, el teósofo encuentra un ambiente en general más eficaz en el grupo teosófico que en el trabajo profesional o en la familia. Un equipo de trabajo teosófico es una comunidad de aprendizaje, un proceso vivo de investigación, y no un lugar en el que se busca obtener comodidad, una rutina agradable, dinero o victorias materiales.
 
El movimiento teosófico auténtico es una federación no autoritaria de los que trabajan por el bien de la humanidad siguiendo la propuesta de la literatura teosófica clásica. Hay un proceso alquímico, individual y colectivo, por medio del cual los teósofos se mejoran a sí mismos para ayudar a la humanidad.
 
En la alquimia colectiva, un grupo teosófico funciona como una “sala de espejos”. La dinámica viva de las percepciones mutuas, declaradas y no declaradas, hace que cada uno encuentre aspectos de sí mismo reflejados en todos los demás, y vea en sí mismo reflejos e influencias de sus colegas. El “juego de espejos” provoca imágenes agradables y desagradables, proyectadas con varios grados de realismo y distorsión.
 
Los errores y aciertos del individuo son exagerados o subestimados en función de las limitaciones perceptivas de quien los observa. Las percepciones mutuas también se alteran a lo largo del tiempo: la admiración personal por alguien puede aumentar o disminuir. La devoción personal, las amistades, antipatías y resistencias se reducen o se expanden bajo la acción del aprendizaje.
 
Un principio fundamental de la acción en grupo afirma que cuando estoy en contacto con lo mejor que hay en mí puedo ver con más facilidad lo mejor que hay en el otro. Y también veré con más intensidad los errores ajenos. Ante ellos, la impersonalidad y la humildad serán la base de la moderación y de la capacidad de irradiar paz en condiciones desafiantes.
 
Debemos ser lentos en juzgar negativamente las acciones de otro, y jamás juzgar “definitivamente” a una persona. El único tribunal reconocido en teosofía es el tribunal de la consciencia individual: cada uno ha de juzgarse a sí mismo. Las acciones erradas, sin embargo, deben ser indicadas, evitadas y corregidas ampliamente. Ocultar los errores propios o ajenos es una deslealtad hacia la causa común, y los fraudes “devocionales” deben ser evitados.
 
En la interacción del grupo, mis errores serán reflejados en los errores de los demás y así podré corregirlos, si tengo una fuerte vocación de victoria y una decisión de pagar el precio del aprendizaje. El autoperfeccionamiento exige dejar de lado el orgullo personal y otras fuentes de sufrimiento que a corto plazo parecen agradables.
 
En el juego de espejos del grupo teosófico, la verdad viene de dentro. El Maestro de cada uno es su propio yo superior, que habla sin usar palabras. Para oír la voz del silencio, un factor decisivo es la manera como vemos, en nuestro corazón, a los colegas de caminata.
 
La tentación de sentirme superior cuando veo defectos ajenos estará presente. La envidia será un síntoma seguro de un estrechamiento en antahkarana, el puente que une mi yo inferior con mi alma inmortal. Pensar en los defectos ajenos es huir de la tarea esencial de mejorarse a uno mismo. Pensar mal de los demás es la ilusión de los perezosos y de los que se desaniman cuando piensan en mejorarse a sí mismos.
 
Escupir en el espejo no es la mejor manera de expandir nuestro antahkarana. No obstante, es cierto que los aspectos negativos de cada uno harán que los miedos y rabias de este o aquel colega cobren vida.
 
Nadie debe olvidar que, para los budistas, el yo personal – la imagen en el espejo – es una ilusión. La tradición pitagórica enseña que los seres humanos son combinaciones cambiantes de patrones vibratorios. El amigo de la sabiduría busca asociarse a patrones correctos y elevados, y hace esto a través de la transmutación de los patrones inferiores. Los sentimientos negativos en relación con los colegas de caminata causan una falsa satisfacción a corto plazo, pero, en realidad, preparan la derrota del desinformado que los alimenta. Las ideas y emociones destructivas van hacia el espejo y regresan a nosotros. Deben entonces ser nuevamente rechazadas. Este ping-pong es inútil.
 
Tanto física como psicológicamente, el mundo entero a nuestro alrededor es un espejo de varias caras en el cual vemos reflejado gran número de aspectos de aquello que somos. De este hecho no hay fuga posible. No nos engañemos pensando “secretamente” mal unos de otros. No hay “unos y otros”: estamos todos en unidad. La cura está en la transmutación alquímica.
 
Recorrer el camino teosófico no consiste en adoptar una pose espiritual y combinar palabras bonitas para impresionar a los demás o a uno mismo. Recorrer el camino es buscar lo más elevado mientras enfrentamos lo que hay de peor en nosotros y en los demás, y lo transformamos alquímicamente en lo que habrá de mejor. Cuando sentimos que “no nos gusta tal persona”, y cuando nos sentimos amenazados por alguien, estamos rechazando indirectamente algo que hay en nosotros mismos. Algo dentro de nosotros que nos amenaza.
 
Pionero es aquel que abre un camino donde no lo hay. Precisamente porque es creativo, el trabajo teosófico es probatorio.
 
La búsqueda de la sabiduría pone en jaque a grandes bloques de ignorancia, y ellos reaccionan estimulando formas nuevas y traicioneras de egoísmo. La resistencia a la sabiduría, reforzada por la aceleración del karma, puede ser vista de dos modos.
 
1) En primer lugar, ella puede mostrarse como ignorancia “mía”, y en este caso tratará de engañarme causando miedo, desánimo, falta de autoestima, sentimientos de derrota y cosas semejantes.
 
2) En segundo lugar, la ignorancia podrá intentar engañarme invitándome a proyectar sobre otro mis defectos y limitaciones. En seguida proyectaré mi rabia sobre el espejo. El error pasa a ser visto como algo que pertenece a este o aquel colega de caminata.
 
El miedo y la rabia son las dos caras del mismo sentimiento de frustración. Frente al veneno creado por estos sentimientos opuestos, vale el triple antídoto de la confianza en uno mismo, en los demás y en la vida. Es más fácil confiar en los demás cuando nosotros mismos somos dignos de la confianza ajena. Ser confiable es el primer paso y la mejor manera de sentar las bases para crear vínculos de fuerte lealtad. Pero, en teosofía, la confianza mutua excluye apegos personales y ocurre en el interior de la lucha por una meta noble compartida.
 
La filosofía esotérica enseña que hay una ignorancia en nosotros, pero que nosotros no somos la ignorancia. Ella tampoco es la sustancia de la que están hechos nuestros semejantes. La ignorancia egocéntrica es una cáscara externa que oculta la sabiduría altruista presente en nosotros y en los demás. Esta cáscara se rompe y es eliminada gracias al crecimiento del alma.
 
La expansión de la sabiduría en nosotros estimula el crecimiento de la sabiduría en los colegas, así como el crecimiento de la sabiduría en los colegas estimula la expansión del conocimiento en nosotros. De este modo aumenta el número de personas que pasan a ser centros energéticos de respeto por la vida.
 
El teósofo se libera a sí mismo de la ignorancia mientras da elementos para que los demás hagan lo mismo, en una reacción en cadena que, a lo largo de los siglos, ha estado despertando a la humanidad como un todo.
 
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El artículo “La Sala de Espejos” es una traducción del portugués. El trabajo ha sido hecho por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “A Sala de Espelhos”. La publicación en español ocurrió el 11 de octubre de 2021.
 
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