Paso a Paso se Rescata la Sabiduría Andina
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
La sabiduría de los pueblos andinos es antigua
y nueva: el pasado contiene las claves del futuro
 
 
 
Es posible decir que uno de los objetivos de la Logia Independiente de Teósofos  es trabajar en el rescate de la filosofía y la sabiduría de los Andes, haciéndolo desde el punto de vista de la teosofía original de Helena Blavatsky.
 
La filosofía esotérica moderna no solo respeta y apoya la sabiduría de los pueblos americanos antiguos, sino también afirma que hay sabios inmortales en los Andes, trabajando silenciosa y anónimamente por el bien de la humanidad, así como los Mahatmas de los Himalayas, con los cuales están en permanente contacto.
 
Al caminar en la dirección del estudio y del rescate de la teosofía antigua andina, el teósofo moderno encuentra en su progreso montaña arriba una cantidad significativa de paradojas, de koans Zen, de aparentes absurdos. Habrá que mirar cada uno de estos contrastes desde el punto de vista de una síntesis creadora superior, cuya base es la Ley Una y universal.  Los investigadores teosóficos estudian una especie de arqueología del espíritu, porque saben que en el pasado están las semillas del futuro.
 
La ley  del karma compensa y corrige los errores pasados, y lo hace en el tiempo adecuado y en el ritmo correcto. 
 
Todos los pueblos y todos los seres humanos son hermanos, pero este hecho no excluye, infelizmente, el fratricidio. Cada injusticia será superada por la dinámica kármica de la fraternidad, que es la dinámica de la reciprocidad inevitable.   Por eso ser inteligente es ser fraterno.
 
Cuando algo está aparentemente dividido en dos mitades conflictivas (como la materia y el espíritu, lo antiguo y lo nuevo, o la Cordillera y la región costeña) hay que buscar “La Tercera Mitad”.  La tercera mitad es la salida del sabio, el punto de vista Zen, la alternativa del salto de consciencia sugerida por Antonio Machado y usada como título de un libro del pensador Hugo Neira.[1] Es la acción moralmente correcta, desarrollada del modo más armónico posible.
 
Mostraremos acá  sin medias palabras la represión humana y cultural absurda que cayó sobre los Andes y los pueblos andinos  en el siglo  XVI. Y lo haremos no desde el punto de vista del rencor, sino desde el punto de vista de la filosofía esotérica clásica, la cual no le tiene miedo a la verdad. Todo lo contrario. Ella trata de identificar, observar, comprender, curar y corregir en lo posible cada uno de los errores humanos, que ve como fuentes de lecciones.   
 
El hecho de la fraternidad fundamental entre el mundo hispánico y el mundo andino antiguo  está grabado en la vida misma del pensador que es considerado por todos – y con razón –  como el iniciador de la Utopía Andina: el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616). Garcilaso fue un Inca con nombre de español. Fue un andino con sangre europea. Su obra escrita es fuertemente influenciada por León Hebreo, el filósofo judío neoplatónico nacido en Portugal, y de quien tradujo al español la obra “Diálogos de Amor”.  Garcilaso conocía bien la sabiduría de las montañas y fue guiado en su trabajo por la tradición platónica, que es esencial para el movimiento teosófico.  
 
La Unidad y la Diversidad
 
Aprendiendo de los errores del pasado, construiremos las bases filosóficas y espirituales de un mundo futuro que respetará cada tradición cultural y espiritual,  y que vivirá la unidad interior de todas las almas mientras preserva – y celebra – la diversidad cultural externa.
 
Helena Blavatsky escribió que en el siglo XVI los invasores españoles “destruyeron los registros” de los misterios religiosos en México y Perú. [2]  
 
En el prólogo de su antología “Literatura Quechua”, el investigador peruano Edmundo Bendezú Aybar describe parte de esa destrucción de la cultura quechua:
 
“Los poemas religiosos y los mitos fueron perseguidos y destruidos con la saña  de los bárbaros del medioevo europeo como ‘bestialidades e idolatrías’ de gentes a quienes se les había negado el derecho a tener alma y dioses protectores.” [3]
 
Se pensaba que los indios no tenían alma, y que sus dioses eran todos enemigos del dios católico. Junto con la violencia física, económica y social, hubo la violencia cultural.
 
“Los poemas religiosos”, dice Edmundo Bendezú, “fueron sustituidos por otros, en los cuales los nuevos nombres de las deidades antropomórficas del invasor ocupan el lugar de las viejas deidades siderales y terrestres, de un panteísmo que explicaba el  destino del hombre y el origen del mundo en términos racionales y poéticos.” [4]
 
El combate a la cultura quechua fue brutal.
 
“Los cuentos y leyendas prehispánicos se sumergen en el magma colonial para reaparecer después con elementos tomados de la cultura del colonizador”, escribe Edmundo.
 
Y prosigue:
 
“En realidad, parecería que todo el sistema del arte verbal inca se sumerge en una suerte de ukupacha o mundo subterráneo y vive una vida clandestina frente a la teocracia virreinal de doctrineros, extirpadores de idolatrías e inquisidores. La cultura nativa se disfraza y lleva una máscara para sobrevivir, y, de hecho, adopta instrumentos musicales, atuendos y voces foráneas, pero todo lo pone al servicio de una tesonera voluntad de mantener su identidad primigenia. El asalto evangélico, que afortunadamente dio origen a lexicones bilingües, a cátedras de quechua, a gramáticas y sermones brillantes, se estrelló muchas veces contra esa férrea voluntad.”
 
Paso a paso la dominación cultural avanzó de una manera nada sutil:
 
Durante las tres últimas décadas del siglo XVI, tiene lugar el asalto masivo contra los remanentes vivos todavía del incario. Lo inicia el Virrey Toledo con sus Informaciones que pretendían probar la tiranía de los incas. En 1583  un concilio en Lima ordena la destrucción de los quipus. En 1613 el padre Arriaga se regocija con la destrucción material de instrumentos musicales y signos religiosos.”
 
En 1614 las autoridades católicas prohíben las fiestas y bailes indígenas y de manera especial los cantos en quechua.”
 
No contentos con todo esto también prohíben, a los mismos españoles y criollos, la lectura y circulación de los libros de imaginación y de los que se ocupan del Nuevo Mundo.”
 
Era una de las campañas más extraordinarias que jamás se haya emprendido para hacer enmudecer el canto del hombre y hacer paralizar su creatividad literaria.”
 
El golpe de gracia vino después de la derrota de la sublevación de Túpac Amaru II, en 1780, cuando se proscribió legalmente la lengua quechua. Por entonces también se había prohibido la lectura de los “Comentarios Reales” del Inca Garcilaso de la Vega.[5] La mordaza y el silenciamiento absolutos, para tener éxito,  hubieran necesitado un estado moderno totalitario; es evidente que el absolutismo español estuvo muy cerca de él.”
 
Después de todo esto no es pues insólito si alguien se pregunta sobre la existencia de una literatura inca. Y tampoco es extraño que sus descubridores sean los investigadores extranjeros como Markham, Tschudi, Middendorf, Trimborn y otros.”
 
En el siglo XIX se comenzó lentamente la exhumación de crónicas y documentos de los archivos españoles y bibliotecas europeas. Por esta tarea hay que agradecer a algunos eruditos españoles como Jiménez de la Espada, así como también a los que anteriormente, durante el período posterior a la conquista, antes que la política represiva se asentara, salvaron los pocos restos del arte verbal inca como de las llamas de una descomunal conflagración.[6]
 
Pese a todo, siglo tras siglo la historia ha mostrado que a la ignorancia no se la puede derrotar con ignorancia. A la violencia opresora no se la derrota con violencia. La ignorancia y la violencia son derrotadas con sabiduría, paz interior, ánimo constructivo  y una visión de largo plazo de la vida. La ignorancia y la sabiduría luchan en cada alma. La consciencia de cada uno es el principal campo de batalla.
 
Esa lección, sin embargo, ha sido difícil de aprender en los Andes y en otras partes del mundo.
 
La ilusión según la cual la violencia y el odio son medios de transformación social ha engañado a gran cantidad de gente bien intencionada y ha producido héroes, mártires y sufrimiento, con escasas victorias poco duraderas.
 
Es más  bien la “tercera mitad” – la salida  integradora y teosófica – la que rompe el impase ciego del sadomasoquismo y abre las puertas a la creatividad y al sentido común. Pero antes de contemplar esta idea tendremos que examinar algo de las primeras etapas de la lucha por una Utopía Andina, incluyendo las trampas en que ella cayó en el siglo XX. El drama andino es el drama del ser humano. Parece local o regional pero se desarrolla y tiene su centro en todas las partes del planeta.
 
La Ilusión del Che Guevara     
 
La sabiduría no es ayudada por el uso de violencia. En general los levantamientos armados tienen como  consecuencia empeorar radicalmente las condiciones del pueblo. Durante milenios la ilusión de la lucha armada robó la paz de los pueblos. Poco a poco se desenmascara hoy la fantasía infantil según la cual la violencia deliberada puede llevar a alguna mejora social.
 
En 1952, acompañado de su amigo Alberto Granado, Ernesto “Che” Guevara visitó los Andes y creó en su diario la sección “En los dominios de Viracocha”. [7]
 
En la biblioteca pública de Cuzco, el joven de 24 años lee con entusiasmo el libro “La Ciudad Perdida de los Incas”, de Hiram Bingham.  Mientras mira las ruinas incas, registra en su diario una evaluación del valor militar de los inmensos bloques de granito, “considerados en su época una defensa inexpugnable”. La vida es para aquel joven una gran aventura – y de preferencia una aventura militarista. El Che cuenta por escrito cómo se identificó personalmente con Manco Cápac:
 
“Vagando por sus ruinas nos parece estar en cierta manera identificados con el espíritu de los antiguos pobladores, con el indómito Manco II, que fue vencido tras ardorosa lucha por las tropas españolas de Pizarro.” [8]
 
En Machu Picchu, el Che conversa largamente con el hotelero sobre la civilización incaica y lee la obra clásica “El Imperio Socialista de los Incas” de Louis Boudin. [9] Al asistir a una procesión católica del Señor de los Temblores, el futuro guerrillero escribe sobre los devotos:
 
“Los rostros cansados y melindrosos parecen ser una imagen de aquellos incas que desoyendo el llamado de Manco II se plegaron al vencedor Pizarro y ahogaron su estirpe en la degradación del vencido.” [10]
 
Llama la atención la tendencia del Che a los actos de guerra. Su entusiasmo por los Andes seguramente fue un factor en su decisión de ir a Bolivia para crear y vivir una versión personal de la lucha armada (y de la derrota) de Manco Cápac II.  El Che es fusilado a sangre fría por los militares en 1967 y en seguida empieza en América Latina el ciclo de la ilusión armada de guerrilleros. Quizá la organización guerrillera más famosa fue la de los “Tupamaros”, de Uruguay, cuyo nombre era precisamente un homenaje a Túpac Amaru.
 
El mismo año de 1952  en el que el Che visitó Machu Picchu, Cuzco, Huancayo y otras localidades andinas, el importante pensador boliviano Jesús Lara, autor de poco más de 10 libros en defensa del mundo cultural andino, ingresó al partido comunista.  El yerno de Jesús Lara, Inti Peredo, fue compañero de luchas del Che Guevara. Jesús Lara vive sus últimos años en la clandestinidad.
 
Las limitaciones marxistas de Lara no disminuyen su enorme mérito como autor, como historiador y como pensador andino, así como Erich Fromm, por ejemplo, no tiene su mérito reducido por haber tratado de hacer una síntesis entre budismo, marxismo y psicoanálisis.  La teosofía es ciertamente interdisciplinar e intercultural y se puede ver algo de bueno y de útil en cada escuela de pensamiento.
 
Desde José Carlos Mariátegui (1894-1930), los movimientos socialistas y comunistas fueron un apoyo a la causa de los campesinos andinos, mientras que en general negaban o ignoraban la espiritualidad andina. No por casualidad la Teología de la Liberación fue creada desde un país andino por el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez. Pero los movimientos sociales que priorizan la reforma material de la sociedad tienden a ignorar un hecho básico: cuando el ciudadano y campesino es sabio, todo mejora en lo social;  y cuando el campesino y el ciudadano no son sabios, el cambio de un régimen político social es poco más que una ilusión. Tenemos un texto sobre este punto en los sitios web asociados: “Superando el Error de Rousseau”. [11]
 
A la ceguera espiritual del marxismo y a la ilusión militarista uno tiene que añadir, en el siglo XXI, el peligro de la utilización política del discurso indigenista por parte de la economía clandestina de la producción y tráfico de drogas. Para la filosofía esotérica, la defensa de la sabiduría andina es inseparable de la educación moral y del cumplimiento de las leyes.  
 
El uso “espiritual” y “popular” de bebidas alcohólicas y otras formas de alterar artificialmente la consciencia corresponden precisamente a la etapa de decadencia moral del mundo cultural andino, que hizo posible su destrucción por parte de la invasión europea en el siglo XVI.
 
Esa decadencia de las comunidades de los Andes es señalada por un Maestro de la Sabiduría en “Las Cartas de los Mahatmas” (véase la mitad inferior de la página 213 en nuestra edición online).
 
La disciplina interna de la escuela esotérica fundada por Helena Blavatsky en 1888 establece que “el uso de vino, bebidas alcohólicas, licores de cualquier tipo, y cualquier narcótico o droga tóxica está estrictamente prohibido.” 
 
La regla prosigue: 
 
“Si hay indulgencia en ese punto, todo progreso espiritual es impedido, y los esfuerzos del profesor y del alumno se tornan igualmente inútiles. Todas estas sustancias tienen un efecto pernicioso sobre el cerebro, y especialmente sobre el “tercer ojo” o glándula pineal. Ellas impiden absolutamente el desarrollo del ‘tercer’ ojo, llamado en el oriente ‘Ojo de Shiva’.” [12]
 
Para la sabiduría auténtica, la prioridad es el autocontrol y el autoperfeccionamiento interior del individuo. El rescate del mundo andino, por lo tanto,  pasa por el rescate de la  autodisciplina y de la verdadera vida espiritual.
 
La Utopía Esencial es del Yo Superior
 
En los Andes, como en todo el mundo, la lucidez necesita ser preservada y aumentada, junto con el discernimiento. La paciencia es indispensable, porque la humanidad evoluciona poco a poco.
 
Quinientos años no es mucho tiempo. Una gran ventaja y una prueba de que la sabiduría andina vive hoy es el hecho de que la visión histórica de los pueblos de los Andes es siempre una visión de largo plazo, según destaca Alberto Flores Galindo en su libro “Buscando un Inca: Identidad y Utopía en los Andes”. Los cinco siglos que pasaron desde la llegada de Pizarro son solamente una primera etapa de la relación entre los Andes y la cultura occidental.
 
Desde el siglo XIX empezó el rescate de la cultura prehispánica, y el proceso proseguirá. Ya se supera el sadomasoquismo. Agotada la ilusión militarista y las ilusiones políticas basadas en el odio y el rencor, surge y gana fuerza poco a poco  el descubrimiento de la sabiduría eterna.  
 
La verdadera fuente psicológica y espiritual de las utopías humanas es el Devachán, la etapa armónica y el “paraíso” que ocurre en la etapa superior del proceso entre dos encarnaciones. [13] 
 
El ideal de unir plenamente cielo y tierra es fundamentalmente una necesidad del alma y secundariamente un ideal social.
 
La utopía esencial pertenece al yo superior, es decir, ocurre en el alma. Por lo tanto, la utopía social, la idea de “obtener el cielo en la Tierra” – para que sea eficiente – tendrá que estar basada en el acceso práctico de cada uno al territorio de su propio altruismo individual. Todo depende del acceso de los individuos a sus reinos celestiales propios. Se trata de alcanzar el espacio superior del alma humana, que es gobernado por la idea de la acción solidaria, y cuya base es la humilde amistad por todos los seres.
 
En cuanto a los impases sociales, hemos mencionado más arriba la idea de la Tercera Mitad. Veamos ahora algunas de las palabras exactas del poeta español Antonio Machado al respecto. Después de decir que “la mitad de nuestro corazón se queda en la patria chica”, o sea, en nuestra comunidad más inmediata, Machado afirma: “pero la otra mitad no puede contentarse en tan estrechos límites”; con ella invadimos, dice él, la totalidad de nuestro país.
 
Y concluye:
 
“Y si dispusiéramos de una tercera mitad, la consagraríamos íntegramente al amor de la humanidad entera”. [14]
 
La tercera mitad, pues, no es solo la victoria espiritual sobre el rencor y las divisiones ciegas del alma. Es también el principio de la fraternidad universal y de la unidad de todas las cosas, que está en la esencia misma de la sabiduría andina.
 
Pasadas ya las primeras décadas del siglo XXI, la agenda de los estudiantes de filosofía esotérica tiene que incluir la tarea de ampliar el puente consciente entre la tradición andina y la teosofía clásica y moderna. 
 
Ese puente o “Antahkarana” supera todo odio y transmuta sufrimiento en sabiduría divina. Como resultado, produce una paz interior que en el momento adecuado purificará lo social, lo económico, lo cultural y lo que se refiere al alma.  
 
NOTAS:
 
[1] “Hacia la Tercera Mitad”, Hugo Neira, SIDEA, Lima, Perú, segunda edición, 1997, 754 páginas. El contexto de las palabras de Machado está en la página 15.
 
[2] Véase el texto “Las Raíces Atlantes de la Sabiduría de los Andes y de la América Central”, en las pp. 19-20 de “El Teósofo Acuariano”, número 01, Diciembre de 2021. (CCA)
 
[3] “Literatura Quechua”, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980, una antología organizada por Edmundo Bendezú Aybar. Tiene 439 páginas con números arábigos, además de 32 páginas indicadas con números romanos. Véase el prólogo, mitad inferior de la página XXIV. (CCA)
 
[4] “Literatura Quechua”, mitad superior de la p. XXV. (CCA)
 
[5] Ver Luis Alberto Sánchez, “Literatura Peruana”, tomo I, pp. 122-123. Mayor información se encontrará también en: Adolfo Vienrich, “Azucenas Quechuas”, Tarma, 1905; Pierre Duviols, “La Lutte Contre les Religions Autochtones dans le Pérou colonial”, Paris, 1971; Nathan Wachtel, “La Visión des Vaincus”, Paris, 1971; y Alberto Escobar, José Matos Mar y Giorgio Alberti, “Perú ¿País Bilingüe?”, Lima, 1975. (Nota de Edmundo Bendezú Aybar)
 
[6] “Literatura Quechua”, páginas XXVII y XXVIII. (CCA)
 
[7] “Mi Hijo el Che”, Ernesto Guevara Lynch, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1988, 433 páginas, ver p.  393. (CCA)
 
[8] “Mi Hijo el Che”, p. 395. (CCA)
 
[9] “Mi Hijo el Che”, p. 396. (CCA)
 
[10] “Mi Hijo el Che”, p. 397.
 
 
[12] “Collected Writings”, Helena P. Blavatsky, volumen XII, Editorial TPH (Theosophical Publishing House), Estados Unidos de América del Norte, p. 496, regla 13. (CCA)
 
[13] Véase el artículo “El Proceso Entre dos Vidas”. (CCA)
 
[14] “Hacia la Tercera Mitad”, Hugo Neira, SIDEA, Lima, Perú, segunda edición, 1997, 754 páginas, véase la página 15. (CCA)
 
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El artículo “La Arqueología del Espíritu”  fue escrito directamente en español y publicado en los sitios web asociados el 24 de diciembre de 2021.  La revisión fue hecha por el teósofo Alex Rambla Beltrán, desde España.
 
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