Una Visión de las Civilizaciones Antiguas
de los Andes, de América Central y de Norteamérica
 
 
Helena P. Blavatsky
 
 
 
La Puerta del Sol, en Bolivia, cerca del lago Titicaca
 
 
 
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Esta es la tercera de las cuatro
partes en que se divide el texto.
 
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III
 
Las ruinas de América Central no son menos imponentes y colosales. Son de paredes muy espesas y usualmente tienen amplias escaleras que conducen a la entrada principal. Cuando están compuestas por diferentes pisos, éstos proceden en sucesión desde el más grande al más pequeño, dando a la estructura la apariencia de una pirámide de muchos niveles. Las paredes frontales son de piedra o estuco y la cubren figuras simbólicas magistralmente talladas. La parte interna se divide en pasillos y recámaras oscuras con cielos abovedados. Los techos se sustentan con piedras imbricadas “constituyendo un arco a punta, cuyo tipo corresponde con los primeros monumentos del mundo antiguo.” Dentro de algunas cámaras en Palenque, Stephens descubrió tablillas cubiertas de esculturas y jeroglíficos, cuyos diseños son hermosos y cuya ejecución es primorosa. En un antiguo bosque en Copán, en Honduras, Catherwood y Stephens exhumaron una ciudad completa con templos, casas y grandiosos monolitos intrincadamente tallados. La escultura y el estilo general de Copán son únicos y en ningún otro lado se ha encontrado este estilo o algo parecido, excepto en Quirigua y en las islas del lago Nicaragua. Nadie puede descifrar las extrañas inscripciones jeroglíficas en los altares y en los monolitos. Salvo unas pocas obras en piedra no tallada: “a Copán se le puede atribuir, con certeza, una antigüedad que supera la de cualquier otro monumento centroamericano conocido”, escribe “New American Cyclopaedia” (“Nueva Enciclopedia Americana”).  En el período de la conquista española, Copán era ya una ruina olvidada, acerca de la cual existían sólo las tradiciones más vagas.
 
Los restos de las diferentes épocas en Perú no son menos extraordinarios. Las ruinas del templo del Sol en Cuzco son aun imponentes, a pesar del saqueo perpetrado por los vándalos españoles. Si creemos en las narrativas de los mismos conquistadores, al llegar, se toparon con un castillo fantástico. La enorme muralla circular rodeaba completamente el templo principal, las capillas y los edificios. Está situada en el corazón de la ciudad y sus restos provocan, justamente, la admiración del viajero. “En el sagrado recinto se abrían acueductos. En su interior había jardines y caminos entre arbustos y flores de oro y plata, para emular las producciones de la naturaleza. Lo cuidaban 4 mil sacerdotes.” De La Vega escribe: “Un área de 200 pasos alrededor del templo era considerada sagrada y a nadie se le permitía el acceso si no estaba descalzo.” Además de este gran templo, en Cuzco existían 300 templos de menor importancia. El celebrado templo de Pachacamac se acerca, en belleza, al anterior. Humboldt menciona otro gran templo del Sol: “en la base de la colina de Cannar se elevaba, en un tiempo, un famoso santuario al Sol. Lo componía el símbolo universal de esta estrella, que la naturaleza formaba sobre la superficie de una gran roca.” Roman nos dice que: “los templos de Perú se erigían sobre tierras altas en la cumbre de las colinas, rodeados por tres o cuatro terraplenes, uno dentro del otro.”
 
He visto yo misma otras ruinas, especialmente montículos, circundados por dos, tres y cuatro círculos de piedra. En la proximidad de la ciudad de Cayambe, en el sitio donde Ulloa vio y describió un antiguo templo peruano, “perfectamente circular y abierto en la cumbre”, se enumeran varios cromlechs [1] de este tipo. El siguiente extracto procede de un artículo en el “Madras Times” de 1876 y, en sus notas arqueológicas, J. H. Rivett-Carnac nos informa sobre algunos montículos particulares en el área circunvecina de Bangalore. [2]  “Cerca del pueblo hay, por lo menos, cien cromlechs visibles. Los rodean círculos de piedra, algunos con tres o cuatro círculos concéntricos. Uno, cuya apariencia resalta de forma particular, consta de cuatro círculos de piedra amplia a su alrededor. Los indígenas lo llaman ‘Pandavara Gudi’ o templos de los Pandas […]. Se supone que éste sea el primer ejemplo que, según la imaginación popular de los nativos, una estructura de tal género se atribuye a una raza remota si no mítica. A muchas de estas estructuras las rodea un círculo de piedra triple, doble o único.” En el grado 35 de latitud, aun hoy los indígenas de Arizona tienen altares circundados exactamente por estos círculos y su fuente sagrada es rodeada por las mismas murallas simbólicas como las encontramos en Stonehenge y en otros lugares. Este descubrimiento se debe al Mayor Alfred E. Calhoun, F.G.S. del Ejército estadounidense para la Comisión Investigativa.
 
El relato más interesante y completo que hemos leído, en mucho tiempo, sobre las antigüedades peruanas, procede de la pluma del ya mencionado Heath de Kansas. A pesar de tener que condensar el cuadro general de estos restos en el espacio limitado de algunas páginas de periódico[3], Heath  logra presentar una imagen magistral y vívida de la riqueza de estas reliquias. Más de un especulador se ha enriquecido, en pocos días, profanando las “huacas.” Ahora, los sacrílegos cazadores de tesoros dejan saqueados, bajo la luz del sol tropical, los restos de innumerables generaciones de razas desconocidas, que reposaron ahí, tranquilamente, quien sabe por cuantas edades. Vale la pena insertar las conclusiones de Heath, quizá más sorprendentes que sus descubrimientos. He aquí una breve exposición de lo que describió:
 
“En el valle Jeguatepegue en Perú, en el grado 70 y 24’ latitud sur, cuatro millas al norte del puerto de Pacasmayo, se desliza el río Jeguatepegue. En el área limítrofe, tras de la orilla meridional, se encuentra una plataforma elevada ‘un cuarto de milla cuadrada y 13 metros de altura, toda de adobe. Una pared de 16 metros  la conecta con la otra’. Tiene 50 metros  de altura, mide 66 metros de ancho en la cumbre y 166 metros en la base, formando casi un cuadrado. Esta última fue construida en secciones de cámaras, cuya base es diez pies cuadrados, seis pies encima y casi 3 metros de alto. Todos los montículos del mismo tipo, templos para adorar al sol o ciudadelas, tienen, en el lado septentrional, una inclinación que sirve de entrada. Los buscadores de tesoros han abierto medio camino en ésta y se dice que encontraron ornamentos de oro y plata por valor de 150 mil dólares.” Este fue el lugar de sepultura para millares de hombres y, además de los esqueletos, se encontraron abundantes adornos de oro, plata, bronce, perlas de coral, etc.
 
“En el lado norte del río,  están las extensas ruinas de una ciudad fortificada, con seis millas de largo y dos de ancho […]. Al seguir el río hasta la montaña, uno tropieza con una profusión de ruinas y huacas.” (Sitios de sepultura). En Tolón se yergue otra ciudad en ruinas. Si ascendemos cinco millas a lo largo del río “encontramos una roca desprendida de granito, cuyos diámetros miden respectivamente un metro y veinte centímetros y dos metros, y está salpicada por jeroglíficos. Si proseguimos por 14 millas más, una vertiente de la montaña donde convergen dos desfiladeros, está cubierta, a lo largo de 17 metros de altura, con la misma clase de jeroglíficos: pájaros, peces, serpientes, gatos, monos, hombres, el sol, la luna y muchas formas extrañas y ahora ininteligibles. La piedra sobre la cual se esculpieron es arenisca silicata y muchas líneas tienen un espesor de un octavo de pulgada. En una piedra muy grande, se notan tres agujeros profundos de veinte o treinta pulgadas. El orificio tiene un diámetro de seis pulgadas, mientras el ápice es de dos […]. En Anchi, en el río Rimac, sobre la superficie de una pared perpendicular, a 65 metros sobre el lecho del río, hay dos jeroglíficos que representan una B imperfecta y una D perfecta. En un intersticio debajo de ellos, cerca del río, se descubrieron oro y plata por valor de 25 mil dólares. Cuando los Incas se enteraron del asesinato de su jefe, ¿qué hicieron con el oro que traían para su rescate? Se rumorea que lo enterraron […].  ¿Quizá estos signos en Yonan nos digan algo; ya que se encuentra en el camino y cerca de la ciudad Inca?”
 
Lo que antecede se publicó en Noviembre de 1878, mientras que en Octubre de 1877, en mi obra “Isis Unveiled” (“Isis Sin Velo”), Vol. I, presenté una leyenda que, debido a circunstancias que se haría excesivamente largo explicar, considero perfectamente verdadera.  Sin embargo, un periódico más satírico que respetuoso, tratando estos mismos tesoros del rescate Inca, la relegó a la clase de cuentos del Barón Munchausen. Un peruano me reveló el secreto. En Arica, viniendo de Lima, se yergue una piedra enorme que según la tradición era la tumba de los Incas. Tan pronto como los últimos rayos del sol se ponen y tocan la superficie de la roca, afloran jeroglíficos curiosos inscritos sobre ella. Estos caracteres constituyen una de las indicaciones que muestran cómo llegar a los inmensos tesoros sepultados en pasillos subterráneos. Los detalles se encuentran en “Isis Sin Velo” y no voy a repetirlos. Ahora, en varias obras científicas, se constata la prueba tajante que corrobora lo antes dicho. Quizá, tal declaración suscite menos desdén hoy que entonces. Algunas millas más allá de Yonan, en un cerro de una montaña, a unos 235 metros sobre el río, se elevan las murallas de otra ciudad. Seis y doce millas más allá, se extienden murallas y terrazas. A 78 millas de la costa, “si uno se encarama tortuosamente a lo largo de las faldas de la montaña por dos mil trescientos metros, y después desciende unos 650 metros”, llega a Coxamolca, la ciudad donde, hasta la fecha, se encuentra la casa en que el traicionero Pizarro encarceló a Atahualpa, el desafortunado inca. Es la casa que, en 1532, el Inca “prometió llenar de oro hasta la cumbre, a cambio de su libertad.” Así, fiel a su promesa, la atiborró de oro por valor de 17 millones y 500 mil dólares. Pero Pizarro, el viejo porquero de España y meritorio acólito del cura Hernando de Lugues, lo mató, a pesar de que había dado su palabra de honor de dejarlo libre. A tres millas de esta ciudad –
 
“Se eleva una muralla cuyo material constituyente es desconocido. Si es cemento, es más duro que la piedra misma [……]. En Chepen hay una montaña con una muralla que tiene seis metros y medio de alto y cuya cumbre es casi toda artificial. Cincuenta millas al sur de Pacaomayo, entre el puerto de Huanchaco y Truxillo, se hallan las ruinas de Chan-Chan, la capital del reino Chimoa [….…]. La calle que se origina en el puerto, extendiéndose hasta la ciudad, atraviesa estas ruinas, que se suceden unas a otras pudiendo ser observables cuando se entra por un camino empedrado que se eleva poco más de un metro del terreno. Debajo de éste hay un túnel.” Aun cuando sean ciudadelas, castillos, palacios o lugares de sepultura llamados “huacas”, todos se designan con el nombre “huaca”. Cuando uno vaga a caballo por estas ruinas durante horas, se forma una idea imprecisa y ningún explorador, allí, puede indicar los que eran palacios y los que no […]. Los recintos más elevados deben haber sido el fruto de una inmensa cantidad de trabajo.
 
A fin de dar una idea de la riqueza que los españoles encontraron en el país, copiamos los siguientes extractos de Heath, sacados de los archivos de la municipalidad en la ciudad de Truxillo. Es un duplicado de las cuentas accesibles en el libro de los Quintos de la Tesorería en los años 1577 y 1578,  de los tesoros que un sólo hombre encontró en la “Huaca de Toledo.”
 
Primero. El 22 de Julio de 1577, en Truxillo, Perú,  Don García Gutierrez de Toledo se presentó a la tesorería real para entregar a la caja real un quinto. Trajo una barra de oro de 19 quilates cuyo peso era 2.400 dólares españoles y cuyo quinto eran 708 dólares en conjunción con el 1.5% para el aquilatador principal. Todo esto fue depositado en la caja real.
 
Segundo. El 12 de Diciembre, apareció con 5 barras de oro de 15 y 19 quilates y cuyo peso era 8.918 dólares.
 
Tercero. El 7 de Enero de 1578, se presentó con su quinta barra larga y platos de oro, cuyo número era 115. Eran de entre 15 y 20 quilates y pesaban 153.280 dólares.
 
Cuarto. El 8 de Marzo, trajo 16 barras de oro de entre 14 y 21 quilates, cuyo peso alcanzaba 21.118 dólares.
 
Quinto. El cinco de Abril, trajo distintos ornamentos de oro: pequeñas fajas, patrones de maíz y otras cosas de 14 quilates, cuyo peso era 6.272 dólares.
 
Sexto. El 20 de Abril, trajo tres pequeñas barras de oro de 20 quilates, cuyo peso correspondía a 4.170 dólares.
 
Séptimo. El 12 de Julio, vino con 47 barras de 14 y 21 quilates, cuyo peso era 777.312 dólares.
 
Octavo. El mismo día volvió con otra porción de oro y adornos de maíz y fragmentos de efigies de animales, cuyo peso era 4.704 dólares.
 
“El total de estas entregas correspondía a 278.174 dólares de oro u onzas españolas. Si se multiplica por 16, obtenemos 4.450.784 dólares de plata. Si deducimos el quinto, que es el impuesto real de 985.953.75 dólares, constatamos que la porción de Toledo correspondía a 3.464.830,25 dólares. Aun después de este gran botín, de vez en cuando se encontraban efigies doradas de diferentes animales. Se exhumaron mantos adornados con fragmentos de oro cuadrados y también túnicas de plumas multicolores. Según una tradición, en la huaca de Toledo existían dos tesoros cuyos nombres eran el pez grande y el pequeño. Se ha localizado sólo el segundo. Entre Huacho y Supe, esta última ubicada a 120 millas al norte de Callao, cerca de un punto llamado Atahuangri, se yerguen dos enormes montículos símiles a la Campana de San Miguel del Valle Huático y que pronto describiremos. A cinco millas de Patavilca (al sur y cerca de Supe), existe una localidad llamada ‘Paramonga’ o el fuerte. Aquí son visibles las ruinas de una ciudadela muy extensa, cuyas paredes son de arcilla templada y cuyo espesor mide dos metros. El edificio principal se sitúa en una elevación, pero las murallas continuaban hasta sus faldas, análogamente a circunvalaciones comunes y corrientes. La subida se deslizaba alrededor de la colina como un laberinto compuesto por muchos ángulos que, probablemente, servían de obras exteriores de defensa. En estos parajes, se han desenterrado muchos tesoros que los indios prehistóricos deben haber ocultado; ya que no tenemos ninguna prueba de la ocupación Inca de esta parte de Perú, después de que lo habían sometido.”
 
No muy distante de Ancón, a lo largo de un trayecto de seis a ocho millas, “a cada lado se notan cráneos, piernas, brazos y esqueletos completos, esparcidos en la arena [ .……] en Parmayo, 14 millas hacia el norte” y en la orilla marina, se encuentra otro gran cementerio. El territorio pulula de millares de esqueletos que los buscadores de tesoros desenterraron. Se extiende por más de media milla, alcanzando la parte anterior de la colina que, del nivel marino, llega a la altura de casi 270 metros. ¿De dónde proceden estas centenares de miles de personas sepultadas en Ancón? El arqueólogo incurre constantemente con tales preguntas a las cuales puede sólo encoger sus hombros y repetir, con los nativos actuales: “¿Quién sabe?”
 
El 30 de Octubre de 1872, el Dr. Hutchinson escribe, en el “Times” del Sur Pacífico:
 
“He llegado a la conclusión que Chancay es una gran ciudad de muertos o ha sido un inmenso osario peruano. En efecto, por toda parte, a la cima de una montaña, en una planicie o en la ribera, se encuentran siempre cráneos y huesos de todas clases.”
 
En el valle Huatica, que es una ruina muy extensa, hay 17 montículos llamados “huacas”, aunque, como observa el escritor: “se parecen más a ciudadelas o castillos que a lugares de sepultura.” La ciudad está rodeada por una muralla triple. Generalmente tienen un espesor de tres yardas [4] y una altura que oscila entre 5 y 7 metros. En la vertiente oriental, se yergue el enorme montículo llamado Huaca de Pando y las grandes ruinas de la ciudadela que los nativos llaman Huaca de la Campana. La Campana y las Huacas de Pando consisten en una serie de montículos amplios y pequeños. La extensión de territorio que cubren es incalculable sin medirla y forman una aglomeración colosal. El montículo “Campana” mide  37 metros. Hacia la dirección de Callao, existe una meseta cuadrada (278 yardas de largo y 96 de ancho), en cuya cumbre se notan ocho gradaciones de declive, cada cual es una o dos yardas más baja que la siguiente. El total en longitud y amplitud mide casi 278 yardas, según los cálculos de J.B. Steere de Michigan, profesor de Historia Natural.
 
La meseta cuadrada mencionada anteriormente consta de una base con dos divisiones, cada una de las cuales mide un cuadrado perfecto de 47 a 48 yardas. En su intersección forman un cuadrado de 96 yardas. Además de esto, hay otro cuadrado de 47 a 48 yardas. Nuevamente, en la cumbre, vuelve la misma simetría de medida en los múltiplos de doce. Casi todas las ruinas en este valle tienen esta característica, que es un hecho para el investigador. ¿Es un accidente o un diseño? El montículo es un cono de pirámide y se calcula que contenga una masa de 14.641.820 pies cúbicos de material. La “Ciudadela” es una estructura enorme que mide 33 metros de alto y 150 yardas de largo. En la cumbre se nota el esbozo de cuatro cuadrados muy amplios llenos de tierra. ¿Quién trasladó esta tierra aquí? ¿Con qué objetivo se llenaron? El trabajo de atiborrar todo el espacio en estos cuartos con tierra debe haber sido equiparable a la construcción del edificio mismo. Siguiendo un camino de dos millas hacia el sur, encontramos otra estructura similar, más espaciosa y con un número mayor de apartamentos. Se extiende por casi 170 yardas, es de 168 de ancho y mide 32 metros de altura. Todas estas ruinas eran circunscritas por altas murallas de tabique, algunas de las cuales tienen un espesor, una extensión y una anchura de una o dos yardas. La “huaca” de la “Campana” contiene casi 20.220.840 pies cúbicos de material, mientras la de “San Miguel” tiene 25.650.800. Estos dos edificios, con sus terrazas, parapetos, baluartes y con un gran número de cuartos y cuadrados, ¡ahora están llenos de tierra!
 
Cerca de “Miraflores” se encuentra Ocheran, el montículo más grande en el valle Huatica. Se eleva por 32 metros y la cumbre mide 55 yardas, totalizando 428 yardas en longitud o 1.284 pies, otro múltiplo de doce. Una muralla doble la circunda, cuya longitud es 816 yardas y cuya amplitud es 700, circunscribiendo 117 acres. Entre Ocharas y el océano, se extienden unos 15 o 20 grupos de ruinas como las que acabamos de mencionar.
 
El templo inca del Sol, análogamente al de Cholula en las planicies mexicanas, es una especie de amplia pirámide a terraza de tierra. Su altura oscila entre los 70 y los 100 metros y forma una silueta semilunar que se extiende por más de media milla. Su cumbre mide casi 10 acres cuadrados. Muchas de las paredes están teñidas de rojo, color que ha mantenido su vivacidad y brillantez de los siglos pasados en que se aplicó. En el valle Canete, frente a las Islas Chincha Guano, hay muchas ruinas descritas por Squier. En la colina llamada la “Colina de Oro”, se encontraron alfileres de cobre y de plata como los que las damas usan para asegurar sus mantones. Además hallaron, junto con copas de plata, pinzas para halar el pelo de las pestañas, de las cejas y facial.
 
El señor Heath escribe: “La costa de Perú se extiende de Tumbes al río Loa, una distancia de 1.233 millas. Esta amplia faja de territorio está recorrida por miles de ruinas, además de las mencionadas. En casi toda colina y cima montañosa se encuentran algunas reliquias pasadas y en cada precipicio, de la costa hasta la meseta central, se observan ruinas de murallas, ciudades, ciudadelas, lugares de sepulturas y millas y millas de terrazas y acueductos. Todo esto se extiende a través del altiplano hasta la vertiente oriental de los Andes, llegando a la residencia de los indios salvajes y en el bosque desconocido e impenetrable. Sin embargo, en las montañas, donde por meses estallan constantes tempestades de agua y nieve con truenos y rayos terribles, las ruinas son diferentes. Estas estructuras macizas, colosales y ciclópicas, compuestas por granito, cal porfídica y arenisca silicata, han resistido la desintegración del tiempo, la transformación geológica, los terremotos y la mano profana y destructora del guerrero y del buscador de tesoros.”
 
“La estructura que compone estas murallas, templos, casas, torres, ciudadelas o sepulcros no está cementada y mantiene su posición gracias a la inclinación de las paredes y a la adaptación de cada piedra al lugar que le corresponde. Las piedras constan de seis lados o más, cada una entallada y pulida para encajar con las otras, con tal precisión, que la hoja de un pequeño cortaplumas no puede insertarse en ninguno de los intersticios así formados, ya sea en las partes centrales totalmente ocultas o en las superficies internas o externas. Estas piedras, cuya elección no dependía de la uniformidad en forma y tamaño, varían de medio pie cúbico a 1.500 pies cúbicos de contenido sólido y si en los muchos millones de piedras se encontrara una que pudiese ocupar el lugar de otra, sería puramente una casualidad. En la ‘Calle del Triunfo’, en la ciudad de Cuzco, en una sección de la pared de la antigua casa de las Vírgenes del Sol, se encuentra una roca muy grande conocida como la ‘piedra de las doce esquinas’; porque que se coliga con las que la rodean mediante doce superficies, cada una de las cuales tiene un ángulo distinto. Además de estas doce caras, consta de una interna y nadie sabe cuántas hay en la parte posterior que está oculta en la construcción.”
 
“En la muralla en el centro de la ciudadela de Cuzco, se encuentran piedras que miden  4 metros  de alto,  5 de largo y  2,5 de ancho,  y todas proceden de pedreras distantes varias millas. En la proximidad de esta ciudad, existe una gran piedra pulida cuyo eje mayor mide  6 metros y el menor 4. En un lado se han tallado grandes nichos que pueden acomodar a un hombre erecto y, al oscilar su cuerpo, éste mece la piedra. Aparentemente, tales nichos se hicieron con este único propósito.”
 
“Una de las obras en piedra más maravillosas y colosales es la que se llama Ollantay-Tambo, una ruina situada 30 millas al norte de Cuzco, en una estrecha cañada a la orilla del río Urubamba. Consiste de una ciudadela edificada en la cumbre de una elevación inclinada y escarpada. Una escalera de piedra se extiende del ápice hasta la planicie de abajo. En la cima de la escalera se encuentran, codo a codo, seis losas gruesas que tienen 4 metros de alto, 2 de ancho y uno de espesor. Entre ellas y encima, tienen una sucesión de piedras cuya amplitud mide casi dos metros  y cuya forma se adecua a las losas gruesas y todas son de piedra levigada. En la parte llana de la colina, parcialmente hecha a mano, y en la base de las escaleras hay una muralla de piedra con  3 metros de ancho,  cuatro metros de altura y que se extiende a lo largo de la planicie por un buen tramo. Contiene muchos nichos, todos dirigidos hacia el sur.”
 
A menudo, se han descrito las ruinas de las Islas del Lago Titicaca, el lugar de origen de la historia inca.
 
En Tiahuanaco, algunas millas al sur del lago, hay piedras en forma de columnas, parcialmente talladas y situadas en línea, a una cierta distancia entre ellas y cuya elevación de la tierra oscila entre los 6 y los 7 metros.  En esta misma línea se encuentra una entrada monolítica ahora rota, la cual tiene 3 metros de alto y 4  de ancho. El espacio usado para crear la puerta mide  unos dos metros y medio de alto y  un metro de ancho. Toda la superficie de la piedra sobre la puerta está esculpida. Otra similar, pero más pequeña, yace en el terreno detrás de ésta. Dichas piedras son pórfido duro y, geológicamente, difieren de las rocas circundantes, por lo tanto, deducimos que debían haber sido transportadas de alguna otra parte.
 
En “Chavin de Huanta”, una ciudad en la provincia de Huari, se encuentran algunas ruinas que vale la pena mencionar. Se tiene acceso a ellas mediante un pasadizo con 2 metros de ancho y 3 metros de alto, techado con arenisca parcialmente tallada, cuya longitud supera los 4 metros. A cada lado hay cuartos de 4 metros de ancho, cuyos techos tienen amplios trozos de arenisca cuyo espesor es unos 50 centímetros,  con  dos metros a tres metros de ancho. Las paredes de los cuartos tienen 2 metros de espesor e incluyen algunas aberturas, probablemente para la ventilación. En el piso de este pasaje, se abre una entrada muy angosta que conduce a un túnel subterráneo que pasa por debajo del río [5], desembocando al otro lado. De esta gran cantidad de huacas, fueron retiradas muchas copas de piedra, instrumentos de bronce y plata y un esqueleto de un indio sentado.  En su mayor parte, estas ruinas estaban ubicadas sobre acueductos. El puente para alcanzar estos castillos está constituido por 3 piedras de granito tallado. Tienen ocho metros de largo, 60 centímetros de ancho, y  medio metro de espesor. Algunas de las piedras de granito están cubiertas por jeroglíficos.
 
En Corralones, a 24 millas de Arequipa, hay jeroglíficos esculpidos en masas de granito que parecen haber sido pintados  usando tiza o creta. Retratan imágenes de hombres, llamas, círculos, paralelogramos, las letras R y O y aún los vestigios de un sistema astronómico.
 
En Huyatar, en el condado de Castro Virreina, existe un edificio con las mismas esculturas.
 
En Nazca, en la provincia de Ica, se yerguen algunas maravillosas ruinas de acueductos. Su altura oscila en torno de un metro y medio y miden un metro de ancho. Constan de una piedra no tallada muy recta, doblemente amurallada y pavimentada con lajas encima.
 
En Quelap, no lejos de Chochapayas, se han examinado últimamente algunas obras muy extensas. Una muralla que mide poco menos de 200 metros de ancho,  1.200 de largo y  50 de alto. La parte inferior es sólida. Otra muralla situada sobre la anterior, mide 200 metros de largo, 170 de ancho y 50 de alto. Encima de ambas murallas se encuentran nichos que tienen un metro de largo, medio metro de ancho y de espesor. Estos contienen los restos de los antiguos habitantes, algunos desnudos, otros envueltos en chales de algodón de colores distintos y primorosamente bordados […].
 
Al seguir la entrada de la segunda y más alta muralla, se encuentran otros sepulcros similares a pequeños hornos. Miden dos metros de alto y tienen una circunferencia de 8 metros. En la base hay lastras sobre las cuales algunos cadáveres reposaban. En el lado norte, en la rocosa vertiente perpendicular de la montaña, se eleva, por 200 metros del fondo, una muralla de piedra con ventanillas. No hay razón para esto, ni, hasta la fecha, se ha descubierto la manera para alcanzarla. La magistral construcción de los utensilios de oro y plata que se encontraron aquí, la genialidad y la solidez de esta obra gigantesca de piedra tallada, hacen probable que date del período pre-Inca […] En las 1.200 millas a lo largo de las cuales se extiende Perú, se estiman 500 barrancos, 10 millas de terrazas de 50 filas por cada precipicio, que serían sólo cinco millas de 25 filas por cada lado. Así tendremos 250.000 millas de murallas de piedra con una altura media de un metro o poco más,  lo suficiente para circundar este globo por diez veces. A pesar de lo sorprendente que estas estimaciones pueden parecer, estoy plenamente convencida que su medida efectiva podría ser más del doble que la cifra en nuestras manos hoy; ya que estas cañadas tienen una longitud que oscila entre 30 y 100 millas. En San Mateo, una ciudad en el valle del río Rimac, las montañas alcanzan una altura de  500 o  600 metros sobre el nivel del río. Ahí conté 200 filas, ninguna de las cuales medía menos de 4 millas de largo y muchas superaban las 6 millas.
 
Heath pregunta justamente:
 
“Quién entonces era esta gente que perforó 60 millas de granito, trasladó bloques colosales de pórfido duro, transportándolos por millas de su lugar de procedencia a través de valles con centenares de metros de profundidad, sobre las montañas, a lo largo de las planicies, sin dejar huella de cómo o a dónde las llevaban? Esta era gente que (según se dice), desconocía el uso de la madera y cuyo único animal de carga era la débil llama. Así, después de haber transportado estas rocas, las convertían en piedras con precisión mosaicas. Estos seres terraplenaron millares de millas de faldas montañosas, construyendo colinas de adobe y tierra y ciudades enormes. Dejaron obras de arcilla, piedra, bronce, plata, oro y bordado, muchos de los cuales no pueden ser duplicados actualmente. Estas personas competían con los Devas por riqueza, con Hércules por fuerza y energía y las hormigas y las abejas por industriosidad.”
 
Callao fue sumergida y completamente destruida en 1746. Lima fue derruida en 1678. En 1746, sólo 20 habitaciones entre 3 mil permanecieron erectas, mientras las antiguas ciudades en los valles de Huatica y Lurin se conservaron en un estado relativamente bueno. San Miguel de Puiro, fundado por Pizarro en 1531, fue completamente destruido en 1855, mientras las ruinas cercanas fueron levemente afectadas. Arequipa fue arrasada en Agosto de 1868, sin embargo, las ruinas adyacentes permanecieron intocadas. Por lo menos en el campo de la ingeniería, el presente puede aprender del pasado y esperamos mostrar que esto es válido en muchas otras cosas. 
 
 
NOTAS:
 
[1] Cromlech –  un círculo de piedras o monolitos colocados en posición vertical; o un dolmen –  un monumento druídico formado por una gran piedra plana colocada sobre dos piedras horizontales. (CCA)
 
[2] “On Ancient Sculpturing on Rocks in Kumaon, India, similar to those found on monoliths and rocks in Europe” (Sobre Esculturas Antiguas Hechas en Rocas en Kumaon, India, semejantes a las encontradas en monolitos y rocas en Europa”), de J.H. Rivett-Carnac, Bengal Civil Service, C.I.E., F.S.A., M.R.A.S.F.G.S., etc. (Nota de H.P.B.)
 
[3] Ver “Kansas City Review of Science and Industry”, Noviembre, 1878. (Nota de H.P.B.)
 
[4] Yardas – medida inglesa igual a 91 centímetros. (CCA)
 
[5]  Túneles son mencionados en varios párrafos de “Una Tierra de Misterio”.  Es interesante observar que en Asia, y especialmente en India, también hay tradicionalmente  numerosos sistemas de túneles, usados por sabios de la tradición esotérica y por sus discípulos, segundo H. P. Blavatsky escribió. Vea por ejemplo la obra “From the Caves and Jungles of Hindustan” (TPH), que reúne textos de H. P. B. publicados originalmente en ruso.  (CCA)
 
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Vea en nuestros sitios web asociados las partes I, II  y  IV de “Una Tierra de Misterio”.
 
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En septiembre de 2016, luego de un cuidadoso análisis de la situación del movimiento esotérico internacional, un grupo de estudiantes decidió crear la Logia Independiente de Teósofos, que tiene como una de sus prioridades la construcción de un futuro mejor en las diversas dimensiones de la vida.
 
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