El Movimiento Teosófico Necesita
Investigadores, Organizadores y Defensores 
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
“Un grupo o rama, por pequeño que sea, no puede
ser una Sociedad teosófica a menos que todos sus
miembros estén unidos magnéticamente entre sí por la
misma manera de pensar, al menos en alguna dirección.”
 
(Helena P. Blavatsky, en “The Letters of H.P.B. to A.P. Sinnett”,
edición de la TUP, Pasadena, USA, 404 pp., véase Carta C, p. 222.)
 
 
 
Solo es posible aprender teosofía de manera profunda y duradera si uno activa y expande el contacto con su propio yo superior.
 
Las palabras en sí mismas no son teosofía; pero apuntan hacia ella. Cuando es cuidadosamente examinada, la enseñanza estimula una comprensión de las verdades universales que solo puede ocurrir en aquel nivel de conciencia que constituye la dimensión microcósmica de la realidad cósmica.
 
¿Cuál es la mejor manera de activar la conciencia de nuestro yo superior? ¿Cómo puede uno ver la teosofía tal como es, en su complejidad trascendente y su simplicidad radical?
 
Uno debe dedicarse a prácticas altruistas y cooperativas que apunten hacia el progreso de largo plazo de toda la humanidad, y no de una parte de ella.
 
Esta condición previa no es el resultado de alguna decisión arbitraria tomada por alguien ubicado por encima de los estudiantes.
 
Es el resultado del hecho muy práctico de que el yo superior no tiene sensación alguna de identidad separada: ve solo realidades universales e impersonales. El yo inferior y personal puede servir lealmente a su yo superior. Puede transferir el foco de la conciencia desde la vida externa hacia ese nivel de conciencia que es inmortal y, por lo tanto, comprende las realidades universales. “Entrar en el sendero” es una expresión metafórica: significa que uno dedica su existencia a vivir los principios abstractos, impersonales y eternos.
 
Ese proceso se desarrolla principalmente – y al principio casi exclusivamente – en el corazón más íntimo de uno. El mundo externo no es más que probatorio. Las acciones y actitudes externas reflejan de manera precaria la intención interna, e por eso la mayoría de las personas pueden catalogarlas rápidamente como estúpidas, excepto en algunos casos en que hay condiciones kármicas especiales.
 
Las dificultades intensas pondrán a prueba, confirmarán y profundizarán el propósito de uno.  A medida que pasen los años y las décadas, la acumulación de experiencia debida a los repetidos esfuerzos en la misma dirección noble aumentará lentamente el grado de eficiencia.
 
El movimiento teosófico es un escenario kármico en el que un desarrollo de la naturaleza interna de uno pueda tener lugar de maneras poco desastrosas. Para que esto sea posible, un número significativo de sus miembros debe entender que el movimiento es esencialmente probatorio en su naturaleza y en su dharma o deber.
 
Fundado en 1875, el movimiento, tal como es, constituye todavía una invención reciente. No obstante, ya puede proporcionar hasta cierto punto una oportunidad a los estudiantes para que desarrollen conscientemente sus conexiones con el yo superior a través de un trabajo activo por la humanidad.
 
No hay una manera más fácil. Uno solo puede ayudar a sí mismo ayudando a los demás, y es imposible beneficiar a los demás sin ser (ocultamente) beneficiado por ello. Las dos cosas son tan inseparables como el yo superior y el yo inferior del individuo sano. Se necesita una motivación noble para obtener frutos nobles. La “espiritualidad” egoísta no conduce más que a un egoísmo mal disfrazado.
 
El verdadero movimiento teosófico es un esfuerzo colectivo de estudiantes sinceros y amistosos que deben ser capaces de tomar decisiones firmes y aprender de sus errores. Las actividades teosóficas deben ir más allá de estudiar, memorizar, repetir e intentar vivir a la altura de los textos clásicos. Limitar el movimiento a estas actividades conduciría gradualmente a la rutina de la letra muerta y a la ceguera espiritual, terminando en una completa parálisis.
 
La renovación de uno mismo es sinónimo de vida.
 
El movimiento necesita investigadores, organizadores y defensores activos. Cada estudiante debe realizar estas tres funciones, hasta cierto punto. Naturalmente, él será más fuerte en una o dos de ellas, según su karma y su temperamento. Debe ser un pionero, ya que cualquier realidad viva o movimiento activo es dinámico. La Ley universal hace que todo trabajador teosófico sea puesto a prueba repetidamente por la Vida y el Karma en todo lo que hace. Uno debe estar agradecido por eso.
 
Una definición ampliada de la palabra dinámica diría que es el movimiento equilibrado de los sistemas que trabajan bajo la acción de fuerzas internas y externas.
 
En cualquier sistema vivo, hay una dinámica desafiante. En la teosofía, significa probación, y no rutina. A la probación se la debe tratar mediante un esfuerzo constantemente renovado que preserve los axiomas esenciales de la enseñanza, mientras hace frente a dificultades siempre renovadas. La perspectiva correcta mejora la vida interior de la acción teosófica (tanto individual como colectiva), actualizando constantemente la percepción de la Ley eterna.
 
La Logia Independiente de Teósofos, los e-grupos E-Theosophy y SerAtento y sus librerías y sitios web asociados funcionan como un laboratorio de investigación. También pueden verse como un lugar virtual – o de la luz astral – en el que se comparten los resultados de una investigación cooperativa.
 
Entre los principales temas de investigación de la Logia Independiente están los siguientes, no necesariamente en este orden:
 
1) La historia pasada del movimiento teosófico, sus desafíos actuales y su futuro, hacia 2075 y más allá;
 
2) La importancia de un respeto activo por el centro del aura del movimiento, un sentimiento que conduce a la activación del contacto individual de uno con él;
 
3) La necesidad resultante de defender la verdad sobre los fundadores del movimiento, mostrando consistentemente la falsedad de calumnias medio encubiertas y pseudo-teosóficas;
 
4) El estudio y la comprensión del deber del movimiento hacia la humanidad, por un lado, y hacia sus fuentes de inspiración internas y vivas, por otro lado, ya que estos dos aspectos del deber son inseparables;
 
5) La búsqueda y el estudio de las mejores formas para una autodisciplina eficiente y diaria por parte de los estudiantes individuales, dado que tal esfuerzo constituye la verdadera base del progreso colectivo en la teosofía;
 
6) El estudio de la Ética como el arte de sembrar buen karma;
 
7) La identificación y el estudio de los escritos de John Garrigues, uno de los teósofos más influyentes del siglo XX, que trabajó en el anonimato;
 
8) La búsqueda de un equilibrio correcto, en el esfuerzo colectivo, entre la ayuda mutua y la responsabilidad individual;
 
9) La percepción de la relación e identidad internas entre cada campo del conocimiento humano y la teosofía;
 
10) La importancia de “Las Cartas de los Mahatmas”, las “Cartas de los Maestros de Sabiduría”, “La Doctrina Secreta” y otras obras clásicas para el esfuerzo teosófico en el siglo XXI;
 
11) El examen de los desafíos geológicos del mundo actual desde el punto de vista de las enseñanzas en “Las Cartas de los Mahatmas”, “La Doctrina Secreta”, y las verdaderas enseñanzas de la filosofía esotérica como un todo.
 
Estos son algunos desafíos, pero la investigación no es suficiente.
 
El movimiento necesita organizadores, cuya función es construir oportunidades colectivas para que el trabajo sea realizado de una manera creativa, y los mecanismos de ayuda mutua se expandan y se multipliquen.
 
Los organizadores consolidan el esfuerzo. Hacen posible la investigación. Le dan al movimiento una interacción correcta con la realidad física. Promueven el estudio y hacen que los productos de la investigación estén disponibles para el mayor número de personas posible. Concentran el esfuerzo necesario para mantener los escritos clásicos en contacto con el público en general. Reúnen a las personas para que, mediante la acción altruista, puedan comprender mejor la enseñanza y alcanzar el verdadero conocimiento de sí mismas.
 
Además de la investigación y de la organización, hay una tercera dimensión de importancia decisiva en el movimiento. Es desarrollada por los defensores conscientes, cuyo dharma es ayudar a que el proyecto avance.
 
Tras considerar la variedad de tareas en curso y las necesidades existentes del movimiento, cada defensor debe elegir cómo él o ella puede darle fuerza. Y esto no es todo: los defensores también deben investigar y organizar actividades en sus propias esferas de acción y apoyo.
 
Todo estudiante debe combinar en sí mismo hasta cierto punto la investigación, la organización y la defensa.
 
Cada dimensión del movimiento necesita las tres gunas o características de la vida. Debe tener estabilidad, o el aspecto superior de tamas. Necesita motivación para renovar la vida, y esto corresponde al aspecto superior de rajas. Y debe tener satwa, ese principio que da ritmo y armonía a la vida, y que hace la combinación correcta de estabilidad y renovación.
 
¿Cómo pueden entonces los estudiantes expandir su eficiencia?
 
Los medios y recursos para hacerlo dependen de nuestra perspectiva. Pueden ser alcanzados, pero cada individuo debe tener ojos para ver las posibilidades más elevadas de su karma individual.
 
No es cierto decir que los estudiantes de filosofía esotérica tienen docenas de oportunidades positivas que los rodean y que están disponibles todo el tiempo.
 
No es cierto, porque el número es mucho mayor.
 
Los estudiantes están literalmente rodeados de potencialidades átmicas ilimitadas. Desarrollarlas es una cuestión de enfoque, afinidad y determinación a largo plazo.
 
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El artículo “Las Tres Dimensiones de un Esfuerzo” es una traducción de “Three Dimensions of an Effort”, de Carlos Cardoso Aveline. La traducción al español es de Alex Rambla Beltrán. La publicación en español ocurrió el 30 de abril de 2018.
 
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