La Base y la Cima de la Escalera Hacia el Cielo
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
Tauro es un signo estable y realizador
 
 
 
El signo de Tauro comienza el 21 de abril, trayendo consistencia y durabilidad a lo que hacemos. En el hemisferio norte, donde vive la mayor parte de la humanidad, la primavera se consolida. El estado de espíritu innovador de las semanas anteriores, recorridas bajo el signo de Aries, es sustituido por la búsqueda de la concretización y por la vivencia de la firmeza.
 
Ahora se establece una alianza entre la renovación y la rutina, para que los sueños humanos se expresen en la existencia diaria.
 
En cualquier signo del zodíaco, la eficiencia con la que se actúa depende de la cantidad y calidad de la experiencia acumulada por el alma a lo largo de las encarnaciones. En cada ronda de la energía de la vida a lo largo del ciclo zodiacal, algunos aspectos son perfeccionados. Un número incalculable de ciclos grandes y pequeños es necesario para el perfeccionamiento humano.
 
Piscis renovó el alma dándole un baño purificador de contacto con los sueños universales y la sabiduría eterna. Aries inauguró un nuevo ciclo anual de acción y esfuerzo concretos. Tauro, regido por Venus, trae la calma. La fuerza duradera del proyecto de renovación y consolidación llega a su auge. En esta etapa del viaje del alma, la meta es expandir y preservar aquello que consideramos “nuestro”.
 
Piscis es el territorio metafísico y universal de donde cada año comienza, con Aries, el viaje zodiacal por los 12 signos. Del diálogo entre Tauro y Piscis surge una energía constructiva, llamada sextil. La misión de Tauro es realizar el sueño generoso de la universalidad fraternal. Incorporando las lecciones de los signos anteriores, la meta intuitiva de la vibración de Tauro es sintetizar cielo y tierra. Él cuenta con el coraje y el ánimo de Aries, y usa la paciente visión unitaria de Piscis. [1]
 
Es un error pensar que hay signos o planetas más espirituales que otros. Los astrólogos aparentemente excelentes caen en este error porque no han estudiado la teosofía clásica.
 
La influencia de cada planeta circula en todos los niveles de consciencia y es, por lo tanto, simultáneamente positiva y negativa, sagrada e inferior, espiritual y material. El significado de una influencia celeste varía en función del plano de consciencia en el cual es vista. Cabe a los seres humanos elevarse hacia la dimensión sagrada de las constelaciones y de nuestro sistema solar.
 
Para comprender las lecciones del cielo, es necesario, por tanto, que haya una percepción de los siete principios de la consciencia y de los contrastes sorprendentes que ocurren en el diálogo entre el yo superior y el yo inferior. [2]
 
El Momento de Concretizar
 
Durante el signo de Tauro, fuerte en magnetismo, la vida se fortalece. El alma reúne más elementos que considera suyos; acumula, protege, preserva, actúa de modo conservador, y valora con paciencia la rutina. En los momentos de ruptura, sin embargo, Tauro adopta con facilidad la actitud de su signo opuesto, Escorpio, y transmuta la situación de manera súbita, sorprendente, definitiva. Tauro ama la paz y evita las crisis, pero sabe enfrentarlas como pocos signos del zodíaco. En esta etapa del viaje anual del sol, el ser humano profundiza la práctica de la perseverancia y de la continuidad.
 
No faltan escritos astrológicos que califican a Tauro como un signo materialista. Cada astrólogo sintoniza con aquello que consigue ver en los diferentes signos. La verdad es que las distintas regiones del zodíaco son escaleras hacia el cielo y fluyen como escuelas que enseñan sabiduría divina.
 
La Cima y la Base de la Escalera
 
Toda escalera celeste necesita tener como fundamento el barro de la Tierra (tal como la flor de loto). De lo contrario no sería una escalera. Sin embargo, debemos ver la escalera sagrada de arriba abajo y examinar sus siete grupos de peldaños, o siete niveles de realidad. Un signo o planeta solo puede ser comprendido cuando es visto como un todo multidimensional que incluye materia y espíritu, combinados de varias formas en diferentes grados de significado y de consciencia.
 
El signo de Tauro está relacionado con la edad de oro de la astronomía antigua. En los zodíacos más antiguos, marca la época dorada del comienzo del año. [3]
 
El diálogo silencioso entre Tauro y las Pléyades se relaciona con el misterio de Buddha y con la energía galáctica. Los días finales de Tauro tienen el poder de expandir la energía sagrada y de consolidar la vivencia de la iluminación. Lo mismo ocurre con la posición exactamente opuesta en el ciclo anual del sol, alrededor del final de Escorpio, entre los días 16 y 21 de noviembre.
 
Este puente simétrico hacia el cielo – anclado en mayo y noviembre – sitúa el karma y el destino de nuestro pequeño planeta en el contexto mayor de un espacio-tiempo ampliado, con vastos ciclos evolutivos en escenarios enormes. En el aprendizaje humano y terrestre, el “gran año de las Pléyades” dura 25.900 años. [4]
 
La energía de Tauro fortalece el indivisible proceso magnético de una escalera sagrada que es tanto terrestre como celeste. Para que el alma individual alcance un grado cósmico de percepción, los pies deben estar firmemente colocados en el suelo.
 
El próximo paso evolutivo para el signo terrestre y sagrado de Tauro es mejorar el “puente vertical”. Paracelso escribió sobre los espíritus de los elementos, y Stephen Arroyo afirma:
 
“Los espíritus de tierra son los gnomos, que deben ser controlados a través de la generosidad con contentamiento. Obviamente, la generosidad combinada con contentamiento no es una cualidad fácil de encontrar en los signos de tierra [Tauro, Virgo y Capricornio] y, por tanto, es algo que a ellos les será beneficioso aprender. Además, añadiría que la fuerza y luminosidad de los signos de tierra brillan más cuando ellos asimilan esta cualidad como parte de su naturaleza”. [5]
 
Una vez que se asocia a una visión luminosa de la vida del cosmos, el hábito de Tauro de trabajar buscando obtener metas prácticas y útiles constituye una herramienta decisiva para eliminar el proceso del sufrimiento innecesario, tanto en el plano individual como en el colectivo.
 
NOTAS:  
 
[1] Véanse los artículos A Lição do Sol em Peixes” y “A Lição do Sol em Áries”, en portugués.
 
[2] El texto Los Siete Principios de la Consciencia”  examina los diferentes niveles de percepción. El vínculo entre el alma mortal y el alma inmortal es discutido en el artículo “El Puente Entre el Cielo y la Tierra”.
 
[3] “Star Names, their lore and meanings”, Richard Hinckley Allen, Dover Publications, Inc., New York, 1963 (first edition 1899), 563 pp. Véase la página 378.
 
[4] “Star Names, their lore and meanings”, Richard Hinckley Allen, obra citada. Véase la parte superior de la página 393.
 
[5] Fragmento del libro “Astrology, Psychology and the Four Elements”, subtítulo “An Energy Approach to Astrology & Its Use in the Counseling Arts”, obra de Stephen Arroyo, M.A., CRCS Publications, California, EUA, 191 pp., 1975, p. 107.
 
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El artículo “La Lección del Sol en Tauro” es una traducción del portugués. El trabajo ha sido hecho por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “A Lição do Sol em Touro”. La publicación en español ocurrió el 27 de abril de 2021.
 
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